he querido escribir un ensayo ordenado, con ideas claras, pero no puedo porque estoy muy cansada. así que voy a compartir estas notas que fui tomando durante la semana. son fragmentos de lo que pasaba por mi cabeza y mi cuerpo.
— lloré de en el autobús de regreso a casa. lo pienso mientras voy sentada, tambaleándome en el transporte. me lo digo en silencio: cuando llegues, escribe sobre esto, pero llego y lo único que me queda es un cuerpo acostado.
— no puedo moverme. no estoy exagerando, me duelen las manos y los pies. siento un hormigueo extraño que me recorre sin permiso. no sé si es estrés, ansiedad o cansancio o todas.
— trabajo para una empresa china. el sueldo es el doble y con eso como mejor, pago renta, ahorro un poco. ¿eso es vivir?
— hay algo que no cambia: la tristeza de no escribir. días sin tocar una palabra, días sin mí.
— a veces me da vergüenza mi trabajo. no por el trabajo en sí —¿qué trabajo no es digno?—, sino porque no tiene nada que ver conmigo. me gustaría ser otra, no distinta: otra. una mujer que escribe por las mañanas y prepara té por las tardes, que cultiva plantas, que respira sin tener que recordar que debe hacerlo. que vive despacio.
— trabajo doce horas, duermo seis. el cuerpo resiste. no es el tiempo, es la forma en que el tiempo me mastica.
— no me duele un lugar, me duele el cuerpo como categoría.
— no quiero dramatizar, pero no sé cómo explicar el cansancio sin sonar como si pidiera ayuda. (no estoy pidiendo ayuda) (creo)
— acepté este trabajo porque paga bien.
la mitad de mí lo agradece, la otra mitad no me habla.
— ¿cuánto vale dormir tranquila? ¿cuánto cuesta no llorar en el autobús?
— me siento una impostora en mi propia vida, como si estuviera actuando un papel mal aprendido. alguien me asignó una rutina y yo la leo en voz baja para no equivocarme.
— escribo con culpa. respiro con culpa. descanso con culpa.
— ¿por qué tengo que pedirle permiso al mundo para existir a mi ritmo?
— no tengo amigos en el trabajo. no sé si por elección o por fatiga o por ese muro invisible que me creció alrededor.
— “es que tú eres muy seria”.
— no quiero hablar de chismes, ni de novios, de ni amantes. no quiero hablar de nada. quiero el silencio de una casa con plantas, quiero sol tibio en la espalda mientras escribo, quiero desaparecer y volver siendo otra o siendo yo, pero en paz.
— lloré el martes y también el sábado
y creo que también ayer pero no estoy segura porque a veces se llora sin lágrimas.
— recuerdo a esa chica que entrené en el restaurante japonés en dos mil veinte. ella me abrazó y lloró cuando renuncié y me dio la gracias por tratarla bien. a veces pienso en ella cuando tengo miedo de volverme igual que las demás, cuando me dan ganas de endurecerme.
— he querido creer en la sororidad muchas veces, pero me he dado cuenta de que no es automática. no todas las mujeres te cuidan, no todas entienden. algunas reproducen lo peor de los ambientes laborales: el juicio, la competencia, la burla sutil. a veces me siento más sola entre mujeres que entre hombres, porque lo que espero de ellas es más alto.
— no quiero convertirme en lo que me hace daño pero me cuesta no contagiarme de frialdad.
— ¿la sororidad es una promesa rota?
no sé. solo sé que duele cuando otra mujer me trata mal.
— no me están matando pero me están desgastando y no sé qué es peor.
— no sé cómo seguir sin dejar de ser. no sé cómo resistir sin volverme piedra.
— lo que me sostiene es esto: poder escribirlo. esto es lo único que me hace sentir que sigo siendo yo.
— nadie nota lo cansada que estoy. sigo sonriendo para no incomodar.
— a veces pienso en la mujer que escuché llorando en el baño. ¿habrá llorado por lo mismo que yo? estaba en uno de los cubículos, no sé quién era. pensé en esperarla afuera para decirle algo, abrazarla quizá, pero no lo hice. en parte por timidez y en parte porque sabía que si ella me miraba llorando también, se rompería algo entre nosotras.
— el autismo hace que todo sea más complicado. el masking es una palabra que se usa para describir cuando una persona autista tiene que esconder quién es realmente para que los demás no la juzguen o rechacen. es como ponerse una máscara todo el tiempo para parecer “normal”.
— lloré al llegar a casa porque fingí todo el día ser simpática y agradable. no puedo decir que me excluyen del todo. tal vez soy yo la que se aísla, aunque no del todo por voluntad propia. me cuesta hablar, me cuesta convivir, me esfuerzo en seguir una conversación, lo intento; pero mi personalidad no parece encajar. me esfuerzo tanto que termino llorando cuando nadie me ve, agotada de fingir.
— copié algunas frases de mis compañeras y posturas más que nada por diversión.
— no encajar cansa, cansa mucho. a veces llorar es lo único que queda.
— ¿quién soy realmente cuando no estoy fingiendo?
— no sé hablar con la gente y la gente no sabe hablar conmigo.
— hoy me trataron con frialdad. nunca me explicaron nada bien, todo lo que hacía era observado, corregido, cuestionado. lo único que sentía era que no me querían ahí.
—nadie me dirige la palabra y cuando lo hacen es con incomodidad o con distancia. me esfuerzo mucho en actuar como se espera, pero parece que no es suficiente.
— a veces pienso que si el mundo no va a ser más amable conmigo, al menos yo puedo intentar no ser igual que los demás.
—también debo escribir sobre el agotamiento social, el no entender las indirectas, el no saber mantener una conversación pequeña, el pensar demasiado antes de hablar, el sentirme fuera de lugar siempre.
— me está matando actuar como si todo estuviera bien, sonreír cuando quiero estar en silencio, forzar la mirada cuando no puedo sostenerla más, reír cuando no entiendo el chiste, imitar comportamientos sociales sin saber bien por qué. es agotador, no me alcanza la energía y lo peor: ni siquiera sirve porque al final la gente lo nota, nota que hay algo raro y entonces, aunque me esfuerce, quedo mal igual.
— la tristeza no siempre se nota, pero vive en mí como un animal callado.
— yo pienso: ¿es esto todo lo que voy a hacer con mi vida?
— me gustaría trabajar en algo más tranquilo. me gustaría vivir de la escritura, me gustaría ahorrar y abrir una casa de té, cuidar plantas, levantarme tarde, leer.
— soy una rechazada social, pero también soy valiente. no en el sentido épico, sino en ese otro: el de seguir intentando.
— a veces creo que me siento superior a los demás, pero no sé si es eso o solo que no puedo hablar de otra cosa que no sean mis intereses especiales. a veces pienso: ¿seré mala o solo soy autista?
— me duelen las manos. no puedo sostener el cuerpo más allá de lo mínimo. últimamente solo tengo energía para sobrevivir.
— mañana intentaré escribir más.
Que bonito escrito, se siente como fueran mis pensamientos, creo que con algunos de esos pensamientos me sentí identificada. Espero puedas tener la oportunidad de escribir más
Gracias ❤️ Hermoso escrito y te entiendo tanto. Suscribo cada una de tus palabras.